Saludos camaradas.
Escribimos esta carta como resultado de un largo proceso de discusión en el que nos hemos planteado nuestra posición como comunistas en relación a la vanguardia marxista-leninista. Hemos dividido el texto en varios apartados para facilitar la redacción y la lectura del mismo.
Tal vez con exceso de detalle les procedemos a exponer nuestro recorrido. Esperamos que entiendan la importancia que para nosotros revisten cada uno de estos acontecimientos.
Les agradecemos de antemano su disponibilidad y, aunque no sea necesario decirlo, les animamos a que se sientan libres para hacernos llegar cualquier crítica a nuestras posiciones.
Hace unos cuatro años nuestro grupo se conformó como el clásico colectivo anticapitalista: localista y espontáneo. Por aquel entonces éramos vagamente conscientes de la afinidad comunista que compartíamos varios miembros del colectivo.
Tras un tiempo en el que dedicamos buena parte de nuestras energías a una práctica militante cuyo único resultado fue el acoso policial y la frustración con nuestro entorno político, decidimos parar a reflexionar.
Aunque hoy nos resulte algo evidente, en ese momento identificar que nuestras supuestas victorias de resistencia constituían poco más que la reproducción de una lógica cortoplacista, que siempre se supeditaba a la coyuntura y cuya única justificación era la conquista de unas mesiánicas masas1, fue un punto de inflexión. Este proceso no fue inmediato ni estuvo libre de vaivenes ideológicos y rupturas personales. Todavía profundamente inmersos en la lógica espontánea, comenzábamos a estar imbuidos por una pulsión que nos indicaba que teníamos que "dejar de ser reactivos", dejar de esperar que la coyuntura dictase constantemente nuestro curso de acción.
El círculo que estábamos empezando a conformar, aunque heterogéneo en términos de bagaje político y formativo, detectaba la necesidad de dotar de direccionalidad y fundamentación teórica a su práctica política. Comenzamos entonces a elaborar un plan de formaciones mientras tratábamos de "identificar un campo en el que pudiéramos apuntar prácticamente a la manifestación concreta que condensase de forma más clara las contradicciones capitalistas".
Parimos un sindicato que nació muerto.
De forma paralela y absolutamente coyuntural, conocimos los textos de la LR. Descubrir la existencia de un movimiento que volvía a poner en el punto de mira los fundamentos del marxismo fue un revulsivo para romper, al menos formalmente, con nuestra anterior conciencia espontánea.
Aún no habíamos leído sus textos (no sistemáticamente), pero al fin veíamos algo de luz al final del túnel. Conocer el trabajo de camaradas que eran capaces de dar respuestas a nuestros interrogantes resultó esperanzador.
Rompimos de facto con el movimiento espontáneo (dejamos de dedicar nuestro tiempo a convocar manifestaciones, a la acción directa, etc.) y comenzamos a leer y a discutir con entusiasmo algunas obras clásicas del marxismo. Trabajamos superficialmente la crítica de la economía política con varios capítulos del primer tomo de El Capital y fragmentos de las Grundrisse y la Contribución a la crítica de la economía política. En un primer momento no le prestamos especial atención al carácter dialéctico de esta producción teórica, con alguna sana excepción2, sino que tratamos de comprender los conceptos básicos del análisis marxista del modo de producción capitalista3.
Este primer acercamiento como grupo a los clásicos de Marx y Engels fue un ejercicio importantísimo para nuestra formación. Y es que más allá del propio valor de los textos, tuvimos la suerte de lidiar con un intento de cooptación por parte del futuro EPS pocos meses antes de su conformación. El resultado de meses de incertidumbre y lucha contra nuestra costumbre espontánea nos había prevenido contra los cantos de sirena que nos intentaban arrastrar de nuevo a la rueda. La fobia de nuestros nuevos pretendientes a moverse fuera del marco de la Crítica de la Economía Política, evitando cualquier mención a la experiencia revolucionaria, nos hizo reflexionar.
Fue entonces cuando reconocimos la necesidad de leer sobre la historia revolucionaria de nuestra clase. Dejamos de lado El Capital -por el momento- y comenzamos un nuevo plan formativo. Escogimos a Lenin como referencia ideológica y por su papel central en la Revolución Rusa, y nos apoyamos en la obra de E.H. Carr como material historiográfico4. Además, seleccionamos la Nueva Orientación y Línea Proletaria nº25. Estar sobre alerta nos permitió comprender empírica y subjetivamente la necesidad de escindirnos del movimiento espontáneo que estábamos comenzando a discutir con sus textos en la mano.
Esa distancia que ganamos entonces y a la que todavía guardamos un gran aprecio ha sido clave para poder hacer frente a distintas posiciones. Primero con las economicistas y, como más adelante expondremos, con una manifestación a pequeña escala de su línea derechista que, por supuesto, conocerán mucho mejor que nosotros.
La manera de acercarnos a los primeros textos que hemos comentado (Engels y Marx) fue a través de la lectura individual, a veces parcial (cada camarada leía, por ejemplo, un capítulo del Capital y lo exponía) y la posterior discusión conjunta. No teníamos problema en dedicar un tiempo considerable a cada texto, ni fijábamos fechas cerradas para trabajarlos. Siempre nos ha preocupado avanzar en conjunto, con la lentitud que eso conlleva.
Una de las peores consecuencias de esta dinámica es que no hemos abordado -¡en tres años!-, ni individual ni colectivamente, el conjunto completo del material que ha producido la LR. Hasta que no trabajamos sus tesis sobre la Bildung y la Universidad Obrera no nos planteamos el peso de la formación individual, de manera que no concebíamos otra forma de avance cualitativo que no se diese a través de la asimilación grupal de conocimientos6.
Tras despachar a nuestros pretendientes socialistas, iniciamos una serie de formaciones sobre la Revolución rusa, trabajando algunas obras de Lenin7 y la L.P. 2. Nos dimos cuenta entonces de que, si bien nos resultaban reveladoras las ideas trabajadas en su análisis de la Revolución de Octubre, teníamos que acudir a sus textos fundacionales para entender la necesidad del balance del ciclo. Comenzamos a leer la N.O.
La Nueva Orientación nos trastocó profundamente. Decidimos que no era suficiente el modelo formativo que estábamos siguiendo hasta el momento. Aplicamos un paradigma de lectura sistemática en grupo. Dicho llanamente: nos íbamos al pueblo el fin de semana y leíamos el texto párrafo por párrafo, discutíamos durante días (a veces sobre un solo apartado) y regresábamos siempre con más preguntas que respuestas. En cada formación volvíamos sobre nuestros pasos y, con el tiempo, pudimos ver cómo cada iteración iba enriqueciéndonos ideológicamente. El fruto de este trabajo fue nuestra aceptación explícita de la Línea por la Reconstitución, siempre conscientes de que se trataba de un formalismo necesario para afrontar el consecuente trabajo ideológico.
La ruptura con nuestras posiciones ideológicas anteriores y los grandes avances percibidos en las formaciones alimentaron un sesgo de círculo, autorreferencial, que ya veníamos arrastrando. Convendría aquí hacer un apunte para que no se malinterprete nuestra exposición como una crítica rotunda a la existencia de círculos de estudio. Consideramos que dado el momento actual de la Reconstitución, en el que la teoría está en el primer plano, tiene sentido -incluso es deseable- que surjan círculos comunistas de estudio y discusión. Salvando las distancias, la historia de la Revolución bolchevique nos puede alumbrar también en este aspecto. En un momento en el que el marxismo apenas tenía implantación entre la clase obrera rusa, el estudio y la difusión del ideario comunista tenían un papel central en las tareas revolucionarias. Los círculos de obreros e intelectuales que se conformaron en la última década del siglo XIX eran la base de este proceso y, si bien su existencia tuvo algunas consecuencias problemáticas8, no tiene sentido despreciar el rol que jugaron en la construcción del POSDR9. No se trata, pues, de negar categóricamente el círculo como forma organizativa, sino de tener en cuenta su alcance histórico y las posibles desviaciones que puede provocar su naturaleza formal. Se trata, en definitiva, de asumir la provisionalidad, tanto del círculo como de cualquier otra manifestación concreta de la lucha de clases. Esto es, creemos, lo que aplica Lenin cuando habla de torcer el palo, de enderezar, de rectificar exageradamente10 lo que se había torcido en la dirección equivocada.
Cierto es que la forma de los círculos había sido superada históricamente por la vanguardia comunista ya antes de la apertura del Ciclo de Octubre, pero el cierre del Ciclo tiene sus implicaciones. Como bien indica el PCR, la situación de derrota histórica del comunismo nos devuelve a una fase prepartidista de la revolución, una fase de construcción del Partido Comunista11 en la que la forma de círculo (junto a otros elementos de carácter burgués) mantiene su vigencia política condicionada, por supuesto, por el nivel de conciencia de los comunistas que conforman el mismo y, más importante, por el estadio en el que se encuentra la Reconstitución ideológica -concretamente, el grado de desarrollo de la vanguardia marxista-leninista-. En nuestro caso, es a través de la forma circular que hemos podido comprender las tareas revolucionarias del momento actual, la preparación de un nuevo Ciclo Revolucionario. Entendemos que la expresión política de esas tareas reside en el movimiento por la reconstitución organizado en torno a Línea Proletaria. Por eso nos dirigimos a ustedes, porque pensamos que encarnan lo más elevado del marxismo de nuestra época.
Esta posición ha sido el fruto de reflexiones posteriores, que se alejan de la idea que teníamos de lo que era nuestro círculo. Llegamos a tener una concepción errónea que ahora pretendemos solucionar acerca de nuestras tareas como comunistas. Concebíamos que todavía quedaba trabajo por hacer como círculo antes de dar por terminada su existencia. Debíamos, en definitiva, agotar las posibilidades de crecimiento ideológico que aún parecía ofrecernos este modelo antes de sumarnos a las filas de la Reconstitución. Durante estos tres años nunca nos sentimos lo suficientemente preparados para asumir ninguna tarea que no fuese la asimilación de la ideología que nos proporcionaba la LR. Si bien entendíamos que la ideología comunista no viene dada -está por reconstituir-, asumíamos que sólo podíamos dar un paso adelante en el momento en el que pudiéramos aportar algo al Balance. Esta idea es claramente problemática por varias razones. ¿Bajo qué criterio podíamos nosotros saber, como un círculo, en qué momento estaríamos preparados? ¿Qué quiere decir estar preparados? ¿Acaso la discusión con otros camaradas no es absolutamente necesaria para abordar problemas ideológicos que nosotros ni siquiera podemos identificar por nuestra misma constitución circular?
Estas y otras preguntas nos acechaban, pero no fue hasta que, coyunturalmente, establecimos contacto con otros camaradas cuando se nos hizo evidente la cuestión de la externalidad. Estábamos actuando por nuestra cuenta, sin más criterio que el del propio círculo. Necesitábamos definir nuestra relación con la vanguardia porque sólo de ella se podía deducir nuestra posición en el proceso de la Reconstitución.
Si bien habíamos tomado distancia respecto a nuestros anteriores compañeros de colectivo, nunca hemos caído en el total aislamiento. Siempre hemos mantenido buenas relaciones en los espacios donde desarrollábamos nuestra actividad espontánea y ha sido a través de ellos por los cuales varias personas han querido formarse con nosotros. Prevenidos por nuestra experiencia previa, hemos tenido un particular cuidado a la hora de plantear cualquier incorporación a la actividad formativa. Sólo hemos incluido a alguien en las formaciones cuando esto parecía implicar un avance cualitativo en sus posiciones, en las nuestras o, deseablemente, en ambas.
Esto se tradujo en mantener nuestro grupo como el núcleo de la actividad formativa, rodeado por una serie de formaciones paralelas con otros individuos. Parte de nuestro desarrollo como círculo se alimentó de la relación coyuntural que trazamos en su momento con un militante de la Reconstitución. Gracias a este camarada pudimos conocer ciertas cuestiones generales de la LR (su historia, textos esenciales, obras de referencia, etc.) que nos han orientado en nuestra actividad.
Debido al enriquecimiento que supuso este contacto decidimos tener una reunión formal con este y otro de sus camaradas. En esa reunión se debatió el estado alcanzado por nuestro círculo y les sugerimos realizar algún tipo de formación junto a ellos, dado que los considerábamos mucho más avanzados teóricamente que nosotros. En aquel momento los camaradas rechazaron cualquier camino que pudiera llevar a posicionarles como nuestra referencia teórica. Nos dijeron que el proceso que estábamos llevando a cabo era muy valioso, sobretodo por la profundidad con la que estábamos trabajando la N.O. y nos animaron a seguir formándonos independientemente y escribir al Comité en caso de duda. Recibimos la respuesta con alivio, tanto por el aprecio hacia nuestro trabajo que mostraron los camaradas como por ser la primera vez en un tiempo sustancial en el que no nos trataban como carnaza a la que captar.
Meses después dicho militante de la LR nos descubriría la existencia de una línea derechista de la que él y otros camaradas formaban parte. Trataremos esto más adelante.
Aún sin ser conscientes, y a través de antiguos compañeros de la militancia espontánea con los que habíamos trazado una relativa afinidad conocimos a ciertas personas interesadas en formarse con nosotros en los textos de la LR y, tras una serie de discusiones internas, planteamos unas formaciones paralelas a las nuestras en las que tantearles ideológicamente, comenzando por un debate alrededor de la naturaleza del sujeto revolucionario. Nos causaron una buena impresión por su disciplina y por haber abordado sistemáticamente alguno de los textos que estábamos trabajando.
Comenzamos leyendo detenidamente la L.P. 0 junto a ellos, apoyándonos en cierto material historiográfico (Guillermaz, Mehner, Bettleheim)12. Era nuestro primer acercamiento sistemático a la Revolución China y al maoísmo, que nos resultaba -y aún nos resulta- mucho más lejana que la Revolución Bolchevique. Las formaciones se sucedieron y, si bien los momentos en los que trabajábamos sobre el tema propuesto eran edificantes, no dejábamos de percibir una dinámica que nos intranquilizaba: el trabajo teórico, que había sido el centro de nuestra actividad, se veía, por momentos, consumido por la política. Cada poco tiempo requerían de nosotros para cuestiones que poco tenían que ver con la formación, y si bien somos conscientes de que el trabajo comunista no puede descansar en la acumulación indiferenciada de conocimiento (nunca pretendimos tal cosa), nos tomamos con mucha seriedad aquellas partes de la Nueva Orientación que sentimos que nos aluden directamente13. Así, sus constantes giros y vuelcos espontáneos nos comenzaron a poner la mosca detrás de la oreja. Un día estaba clara la necesidad de salir del movimiento espontáneo e integrarse en el movimiento de la Reconstitución. Otro, apenas una semana más tarde, había que trabajar con los sectores más avanzados de los movimientos de masas para captar a sus mejores y más inquietos militantes. Nosotros nos poníamos de lado y evitábamos estas cuestiones, así que intentaron vernos en grupos más reducidos. No funcionó. Nuestro círculo no es un grupo de debate, sino que mantenemos sólidas relaciones de camaradería. Las cantinelas que entonaban sonaban ligeramente distintas, pero las notas eran las mismas: incorporar masas para resolver las tareas del Balance… ¿Qué masas? ¿Cómo iban a resolver qué tareas? ¿Desde qué posición? ¿Estaban ellos -o nosotros- preparados para hacerlo?
Eso nos llevó a discutir sobre la relación entre la vanguardia y las masas. Si bien esa discusión, tal y como se propuso, se nos antojaba estéril, visto en retrospectiva fue productivo curtirse en el debate con ellos. Nos obligó a desentrañar cuál era nuestro papel en ese momento como círculo externo al Movimiento, pero que se asumía -y se asume-, ideológicamente, como masa del mismo. Ellos defendían que se debía comenzar a trabajar políticamente con sectores más amplios de las masas, concretamente las del Movimiento Socialista.
Comenzábamos a observar que se sentían legitimados para criticar una supuesta táctica-proceso del Comité por la Reconstitución en torno a su línea de masas (esto sin apenas conocer su historia, en la que nosotros no somos especialmente duchos ni mucho menos) y acusaban al mismo de ser incapaz de establecer las mediaciones necesarias para incorporar masas al Balance. Pensábamos que estábamos en la liza de un debate honesto con compañeros recién salidos del movimiento espontáneo, con todo el lastre ideológico que eso podía conllevar. Lo que no nos imaginábamos es que estábamos sufriendo un intento de cooptación por parte de la línea derechista que se había venido conformando dentro de la LR.
Todavía no sabíamos a ciencia cierta qué intenciones reales tenían los compañeros, pero nuestras sospechas iban en aumento. Nuestra reacción fue retirarnos a continuar con el estudio de la N.O. Y es que nos resultaba chocante ver cómo se retorcían los conceptos contenidos en la Nueva Orientación para hacerlos encajar en posiciones que, a nuestro juicio, son incompatibles con la misma.
Nosotros nos lo guisamos, nosotros nos lo comimos: asumimos nuestra parte de culpa. Podríamos haberles contactado a ustedes en ese momento si hubiésemos superado el trauma con nuestra insuficiencia teórica y, sobre todo, si hubiésemos entendido por aquel entonces que estábamos actuando desde nuestra reducida y espontánea conciencia circular, pero no lo hicimos.
II.III Explota la burbuja
Es más fácil contemplar el sentido interno de un proceso de ruptura cuando éste llega a su fin. El círculo y sus lógicas pugnaban por sobrevivir a pesar de que ya se nos comenzaba a hacer patente que debíamos darle un final. En abstracto, comprendíamos que nuestro círculo debía disolverse en algún momento. Pero dado que no identificábamos los problemas concretos de nuestra forma de conciencia, actuábamos, como no puede ser de otra manera, de forma espontánea: los problemas que se presentaban eran interpretados y abordados como círculo, reproduciendo así su estatus y su legitimidad como forma organizativa. Así pues, no éramos en absoluto consecuentes con la crítica formal que le hacíamos a la circularidad. Hicieron falta meses de deriva espontánea para verlo.
Si bien luego supimos que el panorama agitativo en redes sociales mostraba que algo pasaba en el entorno de la LR, nos resultaba completamente ajeno. Las posiciones de la Línea por la Reconstitución se encuentran desarrolladas en sus documentos y en su órgano central (LP), y a ellas nos remitíamos -y nos remitimos- para entender el estado del movimiento. Hasta este momento nuestra prioridad, si bien ya habíamos entablado relaciones con estos camaradas, era la elevación teórica. De hecho, como hemos comentado en el anterior apartado, en ese momento estábamos enfrascados en la lectura de la Nueva Orientación. Esto dio un vuelco tras el verano de 2023. En una puesta al día, el militante de la LR del que hemos hablado antes nos confirmó que nuestra situación estaba íntimamente relacionada con ciertos eventos que estaban sucediendo. Decidió contarnos a grandes rasgos lo que estaba ocurriendo: habíamos comenzado a ser objetivo de la línea de masas de la LOD14 a través de nuestros nuevos camaradas. Desvelado el misterio, entendimos que nuestra tarea consistía en asimilar la ideología de vanguardia a través del combate con las posiciones derechistas.
Nuestra conciencia inmediata tomó el mando, la dinámica del círculo se impuso a la crítica del círculo, y tomamos la decisión de continuar las formaciones con ellos, esta vez con el objetivo de enfrentar sus posiciones. En lógica corporativa, cualquier fenómeno se interpreta desde y para la corporación que la genera. Fue nuestra historia como círculo la que nos previno de caer en el movimiento espontáneo, pero también fue esa misma forma de conciencia la que fue dotando de significado a cada uno de los acontecimientos que se le presentaban, devolviéndonos -irónicamente- al espontaneísmo del que habíamos nacido. Así, el círculo recuperaba su sentido -un sentido ya cuestionado, al menos formalmente- y se ponía, otra vez, manos a la obra.
Pese a que nos dejamos llevar, de estas discusiones pudimos extraer -empíricamente- tres lecciones que fueron valiosas para nosotros y que queremos compartir con ustedes para que, si lo ven necesario, las sometan a crítica.
La primera lección es que la formación de cuadros de vanguardia se tiene que dar a través de la lucha ideológica. Si bien hemos operado en todo momento desde la periferia de la Reconstitución, hemos intentando dar la batalla al derechismo desde la posición que hemos considerado la correcta: la de nuestro trabajo con los documentos de la LR. Por primera vez decidimos confrontar planificada y sistemáticamente una línea que identificamos como reaccionaria, y ha sido gracias a esta confrontación que hemos podido ver la viga en el ojo propio -la conciencia circular-. Dada la dimensión del asunto, hemos afrontado estos debates como una manifestación micro de la lucha de líneas que, por lo poco que sabemos, se está dando en el entorno de la LR.
Segundo. Cuando se trata de asimilar toda una concepción del mundo y el punto de partida teórico es tan elevado, es fácil caer en la asunción formal de los presupuestos. Al principio de nuestro proceso, cuando discutíamos con los elementos más avanzados de nuestro entorno espontáneo, jugar con la forma de expresar el contenido que íbamos asimilando de sus textos era un acicate teórico a la vez que una necesidad. La comprensión del contenido ideológico era condición de un uso no dogmático de los conceptos. Discutir sobre estos mismos con la literatura de la vanguardia marxista-leninista en la mano fue una novedad y, desde luego, un reto para nosotros. Los términos pueden parecer los correctos, pero lo que los hace concretos es su contenido ideológico15. El problema viene cuando el contenido ideológico se da por hecho, porque la ideología que viene dada es la burguesa. Así, nos encontramos con lo que luego supimos que se ha denominado “estilo cliché de la LR”, una especie de uncanney valley16 de la reconstitución del comunismo que exige separar el grano de la paja hasta llegar a las posiciones burguesas de un discurso aparentemente revolucionario. El desbroce de lo que se presenta como inmediato no es un hábito con el que se nazca: nosotros mismos hemos caído en este vicio, y ahora nos cuidamos de usar la ortodoxia como herramienta retórica.
Por último, el meollo de la cuestión: la ideología en general y la relación con las masas en particular. Resumiendo, podríamos decir que las posiciones derechistas buscan justificar la incorporación de “sectores avanzados” del movimiento de masas del momento (ahora, el socialista), de forma que su adhesión permita “resolver los problemas del Balance”. Esos “problemas”, por desgracia, se transmutan en crítica a cuestiones tácticas: un presunto teoricismo del Comité cuya única justificación era no haber respondido adecuadamente a ciertas críticas -la L.P. 8 fue un varapalo, claro está-, un estancamiento del movimiento de la Reconstitución tras la Nueva Orientación por sus resultados políticos, falta de concreción en las tareas de la Reconstitución… Balance lo que es Balance, más bien poco. La forma de solventar estos problemas se planteaba desde la generación de una línea de masas correcta, pero al tratarse de problemas políticos vacíos de contenido ideológico, lo correcto de esa línea dependía de un éxito cuantificable. La coyuntura política se convierte así en la principal preocupación del oportunismo -es, al fin y al cabo, la que lo define-. Y no es que no entendamos la Reconstitución como un proceso político, ni que no consideremos necesario vigilar la correcta aplicación -y el basamento- de la línea de masas que rija cada momento revolucionario, es que para el oportunismo el contenido ideológico se supedita a la actividad política. Como estas posiciones estaban apoyadas en citas de la Nueva Orientación, sobre todo en el apartado de “La construcción de la vanguardia”, nos tocó entrar al trapo realizando una reflexión sobre la naturaleza de la línea de masas, la lucha de dos líneas y la relación entre las masas, la clase y el Partido. Podemos decir hoy que esta concepción derechista de las tareas políticas supone una deformación gradualista y antidialéctica de la Reconstitución. No contempla el aspecto cualitativo de los saltos necesarios que propone el Plan de Reconstitución, porque no hay movimiento a través de la negación, no hay nada que fagocitar, nada que destruir asimilando, sólo personas a las que convencer. La lección aquí ha sido la vigilancia revolucionaria: en el proceso de construcción de cuadros el contenido ideológico no sólo es fundamental, es que llegar a él puede ser un camino escurridizo. Sobre todo frente al oportunismo.
La lección general y más importante de todo este proceso ha sido darnos cuenta de que nuestra conciencia circular estaba tomando el mando y se estaba haciendo cada vez más estrecha. Hay un cúmulo de factores que permiten que la burbuja estalle: el muro que supone discutir con posiciones oportunistas, la perspectiva que nos otorga nuestro camarada de la LR desde fuera de todo este asunto y, lo fundamental, la comprensión de la incoherencia entre nuestras aspiraciones y nuestra práctica real. Fue a partir de esta reflexión que decidimos frenar este proceso en el que estábamos inmersos y, desde entonces, nos hemos centrado en realizar un trabajo de autocrítica y preparación para el contacto con ustedes.
Nuestra vocación, individual y colectiva, es aportar a la Reconstitución. Llegados a este punto, no tenía sentido para nosotros escribirles individualmente, tanto por nuestro encontronazo con ese sector vástago de la LOD como por la historia de nuestra constitución como círculo de estudio de la LR.
El núcleo de los problemas ideológicos que les vamos a exponer más adelante puede resumirse en un error de concepción que hemos arrastrado durante todo nuestro proceso formativo y que ya les hemos ido exponiendo. A saber, que no tiene sentido que un grupo que asume el paradigma de la Reconstitución y que se entiende como masa respecto a la vanguardia marxista-leninista no haya establecido contacto con esta.
Entendemos que para sumarnos a las filas de la Revolución es necesario disolvernos como círculo y, suponemos, integrarnos en la Línea por la Reconstitución, pero desconocemos sus requisitos, qué es lo común en casos como el nuestro y, en general, qué sería lo óptimo.
Hemos dejado para el final lo que quizá sea la parte más importante de esta exposición: el análisis que hemos realizado de la deriva ideológica que ha marcado nuestra evolución como cuadros y, por tanto, de nuestra concepción del mundo.
Asumimos las premisas que lanza el PCR en la primera parte de la Nueva Orientación y que ustedes desarrollan: si bien construir cuadros no es construir vanguardia17, la tarea de la construcción de cuadros formados en la concepción marxista-leninista del mundo es crucial para el desarrollo de la Revolución Proletaria. He aquí que nosotros nos encontramos en una situación particular. Como círculo de estudio, alejado de la LR (y de otros movimientos comunistas), ya hemos destacado lo que consideramos nuestra principal desviación en el camino que nos ha de llevar del movimiento obrero espontáneo a las filas revolucionarias: la conciencia circular.
Sin embargo, hemos llegado a convertir el problema del círculo en un fetiche en lugar de encuadrarlo en una determinada forma de conciencia. Las vueltas que da la vida. Identificamos que la circularidad es un problema pero, al no ser capaces de comprender la dimensión de la cuestión -¡se trata de un problema teórico antes que práctico!- el asunto circular desborda el marco de la auténtica carencia: la falta de comprensión de nuestro papel como futuros cuadros de la Revolución atendiendo al marco general de la Reconstitución.
Y dado que aquí la cuestión central es cómo la conciencia se transforma, el proceso de conocimiento, como mediación, es a la vez objeto de estudio y sujeto transformador del mismo. Como señalan ustedes en la L.P. 8:
“Tanto el materialismo histórico como la crítica de la falsa conciencia, o la crítica de la ideología, implican, en cuanto actividad racional, un dualismo epistemológico. La conciencia aparece aquí duplicada: como objeto conocido, como conciencia real inmersa en la historia -determinada por sus condicionantes objetivos y determinante como fuerza actuante (praxis)-, y como sujeto cognoscente, como conciencia teórica que, situada en el presente, parte del desarrollo histórico como un hecho y lo examina racionalmente desde fuera.”18
Cierto que aquí no estamos hablando del materialismo histórico, sino del análisis de nuestra propia conciencia y de su transformación, pero nos parece una analogía conveniente. La conciencia se examina a sí misma, y es su estado el que encierra cuánto se puede conocer en su particular determinación. Este proceso la transforma dialécticamente, es decir, la eleva a través de su propia negación, con lo que el examen es, a la vez, un ejercicio teórico -de abstracción- y práctico -está situado política e históricamente-.
Pero esa movilidad, esa incesante transformación, no tiene por qué dirigirse hacia arriba… Puede, indulgente, limitarse a su contemplación y acabar como Narciso, presa de su propio reflejo. Nuestro caso es si cabe más grave, porque él al menos tenía razones para embobarse.
El proceso que nos ha llevado hasta aquí se puede resumir en tres momentos. El primero, marcado por la voluntad de salir del pantano pequeñoburgués que es la izquierda antiinstitucional en el que estábamos ahogándonos. Después vinieron el estudio y la discusión teórica. Fue un momento de elevación respecto a nuestras posiciones previas. El último se ha caracterizado, no obstante, por lo que ahora consideramos un cierto retroceso. ¿Por qué, creemos, se ha dado esta situación? Sólo podremos darle una respuesta a esta pregunta atendiendo a consideraciones de orden teórico, o dicho de otra forma, a cómo hemos ido asimilando la ideología comunista a lo largo de nuestro trayecto.
Nos gustaría poder hablar de una progresión lineal en el proceso de elevación teórica, pero no es el caso. En otras palabras, nos preocupa cómo la conciencia avanza, se transforma cualitativamente.
Es fácil asumir el glosario de la dialéctica y utilizarlo a la ligera, así que vamos a cometer el atrevimiento de definir brevemente qué entendemos por salto cualitativo en nuestra formación como cuadros y advertir una pulsión idealista en la que hemos caído de tanto en tanto al trabajar esta cuestión. Cada escalón recorrido nos ha obligado a enfrentarnos a la comprensión de los conceptos que habíamos trabajado previamente. Lo vemos como un proceso subjetivo de concreción teórica: el concepto se presenta inmediatamente y se asimila con un grado amplio de abstracción, y se va transformando -haciéndose más concreto- conforme una concepción cada vez más rica del mundo lo eleva cualitativamente, trasformando lo que ya existía en algo más certero, preciso y sin embargo diferente a lo que era previamente.
Es un movimiento de la razón. Lo concreto es un producto del pensamiento, y, por tanto, necesita de la subjetividad. Sin embargo, el vicio de atender exclusivamente al terreno del pensamiento deriva hacia una ilusión empirista, solipsista en última instancia, en la que lo real -que no lo concreto- existe a través de la mediación del sujeto. Para Hegel la realidad es concreta. Esta afirmación es, a nuestro juicio, intachable aunque provenga de una filosofía idealista. Para el materialismo19 la materia preexiste al sujeto aunque en un momento dado la conciencia emerja históricamente como atributo de la materia20. Es por eso que la realidad es concreta en tanto que el pensamiento la hace suya pero la realidad es sin la mediación del sujeto -eso no niega el papel del sujeto como parte que la conforma y actúa sobre la misma-21.
A partir de esta reflexión es que identificamos que llevamos tiempo trabajando desde un marco espontaneísta. El momento en el que esta concepción empirista del mundo se nos hace patente es, precisamente, en los últimos momentos de nuestro proceso formativo. Hemos permitido que la coyuntura dictase nuestras tareas, nos impusiese sus ritmos y nos alejase de la reflexión teórica, invirtiendo el proceso del que hablábamos hace un momento: en lugar de elevarnos a través del autoexamen de la situación, la situación se hace cargo y es la conciencia la que se pliega ante ella, imponiéndole una determinada concepción del mundo, una ideología, la única posible, la que se le presenta inmediatamente: la ideología dominante.
He aquí que comenzamos a desplegar una política estrecha, empirista, en la que los resultados inmediatos de un debate o una formación pesaban de pronto mucho más que la asimilación teórica que veníamos tiempo llevando a cabo. Pero fue también esa experiencia política mediada por la teoría que ya habíamos asimilado la que nos permitió volver a tomar perspectiva, romper con esta deriva espontánea y decidirnos a contactar con la vanguardia.
Quedamos a su disposición.
La elaboración de este texto nos ha ocupado más tiempo del que nos hubiera gustado. Hemos interrumpido varias veces el proceso de redacción porque considerábamos que teníamos trabajo que hacer antes de abordar ciertos asuntos. Durante un tiempo hemos generado una falsa contradicción entre los pasos que teníamos que dar para vincularnos con la vanguardia y nuestra elevación como cuadros. Nada más lejos de la realidad. Nos ha costado, pero identificada esta antinomia, la tarea está clara.
Por el momento y hasta nuevo aviso continuaremos con el estudio de aquellos campos que consideramos necesarios para nuestra progresión teórica, en particular, el estudio del corpus fundamental de la dialéctica22 y los textos de la LR.
Les agradecemos de antemano su disposición y el tiempo dedicado a este documento. Esperamos su respuesta.
Un saludo revolucionario.
Círculo provisional marxista-leninista
11 de agosto de 2024
1Pensábamos, como ha ocurrido tantas veces, que sólo teníamos que tocar ciertas teclas para provocar un corrimiento de masas hacia nuestras posiciones -en nuestro caso, a escala local-. El capitalismo ya generaba las condiciones subjetivas para la revolución, sólo faltaba un pequeño empujón en la dirección correcta. Aunque nuestra concepción ha cambiado profundamente desde entonces, seguimos teniendo problemas de concepto cuando nos enfrentamos a la cuestión de las masas y la clase.
2Nos referimos a las Tesis sobre Feuerbach y al pasaje del método que encontramos en MARX, K. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858. Apartado III: El método de la economía política. Siglo XXI.
3Conceptos básicos como el de valor, plusvalía, el trabajo en general, etc. Conceptos a los que hemos vuelto en varias ocasiones y que, en cada visita, hemos comprendido con mayor profundidad.
4Usamos fragmentos de Una historia de la Unión Soviética de Carr junto a su versión condensada: CARR, E.H. La revolución rusa: de Lenin a Stalin, 1917-1929. Alianza Editorial: 2022.
5A partir de ahora nos referiremos a la “La nueva orientación en el camino de la Reconstitución del Partido Comunista” del PCR como N.O. y a las revistas de Línea Proletaria como L.P.
6Una de las consecuencias de limitarnos a asimilar conocimientos era la posición pasiva que asumíamos frente a la teoría marxista, sin concebir la elaboración teórica como nuestra tarea, sino como algo que viene dado de fuera -de hecho, este es el primer documento que redactamos-. Sin negar la importancia del estudio y de una determinada predisposición al trabajo intelectual, no concebíamos nuestra transformación como militantes comunistas en relación con la vanguardia. Es decir, comprendíamos erróneamente nuestras tareas desde el punto de vista político porque comprendíamos la estructura organizativa de la vanguardia de forma estática, como si nosotros tuviéramos que cumplir una serie de requisitos teóricos para formar parte de la organización revolucionaria, en lugar de contemplar nuestra revolucionarización de forma dialéctica para con la misma.
7Trabajamos en grupo El Estado y la revolución y por separado Materialismo y empiriocriticismo y El imperialismo. Fase superior del capitalismo. Acercarse a Lenin fue esencial para varios camaradas, que no lo habían leído más que superficialmente.
8El excesivo aislamiento de un círculo provocaba, en el mejor de los casos, inmovilismo entre sus miembros: “La gente está tan acostumbrada a la reclusión íntima y cálida del pequeño círculo que cuando, por primera vez, una persona levanta la voz, asumiendo su propia responsabilidad, en campo libre y abierto, casi se desmayan.” (LENIN. Obras completas. Vol 8. Págs 285-286.) En el peor, llevaban a ciertos obreros a alejarse de la clase por considerarse, ahora instruidos, mejores que quienes les rodeaban. CLIFF, Tony. Lenin. La construcción del partido. El Viejo Topo: 2010. pág. 66.
9Aunque no todos los obreros que formaban parte de los círculos dieron el paso hacia la agitación industrial, fueron muy pocos los que cayeron en el economismo. Cuando se produjo la escisión entre bolcheviques y mencheviques, aquellos obreros que habían entrado en la lucha por la vía ideológica (la de la formación y el debate en los círculos de estudio) se quedaron junto a los bolcheviques, mientras que muchos de los nuevos militantes, llegados en las huelgas de la década de los noventa del XIX, viraron hacia el menchevismo. Íbidem, págs 82-86.
10 Íbidem, págs 206-207 y LENIN. Obras completas. Vol 13. Págs 114-120.
11“Finalmente, en función de las características propias de estas distintas posiciones de la conciencia -que ya hemos estudiado- y considerando que la etapa política de la Reconstitución del Partido Comunista forma parte integrante de su proceso de construcción, proceso que es paralelo al de la Revolución, deducimos que, desde el punto de vista histórico, actualmente nos encontramos en la fase burguesa de construcción del Partido Comunista (fase que es la que se corresponde, en general, con la de preparación de la Revolución -entiéndase, con la de preparación del Partido de la Revolución, con la fase de Reconstitución).” LA FORJA: nº33 (Separata), La nueva orientación en el camino de la Reconstitución del Partido Comunista. II Conciencia y Revolución. Pág. 25. 2005.
12GUILLERMAZ, J. Historia del Partido Comunista Chino (1921-1949). Ediciones Dos Cuadrados:2023. MEHNERT, K. Pekin y la nueva izquierda. Biblioteca Promoción del Pueblo: 1969. BETTLEHEIM, C. Revolución cultural y organización industrial en China. Siglo XXI: 1973.
13La Bildung y la Universidad Obrera, por ejemplo, nos marcaron profundamente. Entendemos que hoy, más que nunca, las tareas ideológicas son las fundamentales. Tenemos que formarnos en todos los campos del conocimiento, tenemos que prepararnos para ser estrategas, tenemos, en definitiva, que aportar en el proceso de la Reconstitución, aunque para ello consideramos que tenemos un largo camino por recorrer. Y es que desde que salimos del remolino espontáneo, tener camino por delante, aunque parezca interminable, no es algo que nos haya preocupado; de hecho, consideramos que tomarnos las cosas con calma y asumir nuestro bajo punto de partida es la mejor de nuestras pocas virtudes.
14Utilizamos este acrónimo porque es el que ustedes han utilizado en sus textos sobre las escisiones derechistas que sufrió en su momento el MAI.
15No se trata por tanto de dar una batalla por el relato, de llenar de sentido los significantes o de cualquier otra premisa posmoderna sobre el lenguaje como creador de realidades. Se trata de ver el mundo desde el materialismo, desde la dialéctica, y eso implica comprender que toda realidad es concreta -históricamente concreta- y que, por tanto, no existen ideas sin relaciones sociales determinadas que las configuren y las den encaje. El lenguaje, como decían Marx y Engels, es “conciencia práctica” (MARX y ENGELS, O.E. pág 29) y, como tal, es parte de la realidad material del mundo: ni su génesis -idealismo- ni su residuo ideológico -materialismo vulgar-.
16Como cuando uno mira el rostro de un robot humanoide o de un personaje renderizado en 3D: formalmente es un rostro, contiene sus elementos esenciales, pero el ojo humano capta las sutilezas casi sin pensarlo. La imitación artificial de lo humano causa una sensación inquietante.
17LA FORJA: nº31, La nueva orientación en el camino de la Reconstitución del Partido Comunista. I Balance y rectificación. Pág 53 en adelante. 2005.
18L.P. 8, página 63. La negrita es nuestra.
19LENIN, Materialismo y empiriocriticismo, LAIA: 1974, págs 176, 214, 279.
20L.P. 8, pág 36.
21LENIN, Materialismo y empiriocriticismo, LAIA: 1974, págs 138-140.
22Tras una ecléctica serie de aproximaciones a la dialéctica (el prólogo de La fenomenología del espíritu, fragmentos de La enciclopedia de las ciencias filosóficas; La dialéctica de Valls Plana y, por descontado, La ideología alemana y los fragmentos del método de la Contribución a la crítica de la economía política) hemos considerado que podemos adquirir un sentido general de la dialéctica a través de la Ciencia de la Lógica con el apoyo de los Cuadernos Filosóficos de Lenin.